Oración de San Alberto Magno

Señor Jesucristo,  tú eres verdadera luz, unción saludable, palabra y virtud, ilumina mi mente, sana mis afectos, instruye mi lengua, vuelve al bien mi actuar.
Que tu gracia venga a mi intelecto, del intelecto a mis afectos, de mis afectos a mis palabras y de mis palabras a las obras.
Que crezca en mí tu gracia y me libere de la culpa cuando me arrepiento, me ayude en las tentaciones cuando lucho contra el mal, me impulse hacia lo mejor cuando camine en el bien, me conduzca a la meta de la salvación eterna por el camino de la perfección.
Señor, ya que eres verdad, caridad, virtud y constancia ven a mi alma que vacila en un estado de culpa y pena.
Ven junto a mí para dar la vista al ciego, la palabra al mudo, la vida al muerto, para que con obediencia, fe y caridad pueda acercarlos a ti.
Abre en mí la puerta interna – educando mi intelecto y fortaleciendo mi voluntad- y cierra la puerta externa, así la tentación que viene de los malos hábitos no llegue por los sentidos hasta la conciencia e invadan todo mi ser.
Mírame, ten compasión, consuélame, ven a mí con tu gracia.
Ordena al alma que yace en el mal para empezar a actuar con buena voluntad, empezar a confesar las culpas, y ponerse en pie para obrar el bien.
Oh Señor, que no mides nuestras acciones con el peso público sino con la balanza del santuario,
haz que al menos caiga en la cuenta y me convierta en la hora undécima y que no sea hallado envidioso porque Tú eres bueno.
Devuélveme la gracia que nutre, para que permanezca en mí para siempre.

Amén


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