Abandono a la Divina Providencia
Mi Dios, no sé lo que va a pasar en este día. Sé, sin embargo que todo lo que me suceda Tú lo has dispuesto, previsto para mi mayor bien. Me basta saberlo, oh mi Dios, para sosiego y tranquilidad de mi corazón.
Sé que todo estará conforme con tu voluntad, y que el Amor infinito que me consagras con el Padre, el más amable y amigo, el más fiel. Soy como un niño frágil, que nada puedo ni en el orden de la naturaleza, ni de la gracia, y ni siquiera puedo tener un buen pensamiento en Ti.
Me entrego totalmente a tu amor paternal, sabiendo que, así como la madre lleva sólo para el bien al hijo que tiene en brazos, así Tú y mejor que ella, sólo puedes darme lo mejor para mi felicidad, santificación y salvación. Me abandono enteramente a tus santos, impenetrables y eternos designios, y a ellos me someto de todo corazón.
Quiero todo, acepto todo, te ofrezco todo uniéndome al sacrificio de Tu querido Hijo Unigénito y mi Salvador. En nombre de Jesucristo, por su Santísimo Corazón y por sus merecimientos infinitos, te pido la paciencia en el sufrimiento y la perfecta conformidad con Tu voluntad por todo lo que Tú quieras y permitas.
Oh Jesús, me abandono a ti. Jesús, asume el control. (Repetir tres veces)
Amén.
Por Fray Dolindo Ruotolo
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